Los ejercicios gimnásticos propuestos por el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov, no son simples ejercicios físicos, sino que tienen un valor espiritual, por lo que deben realizarse con un sentido sagrado.

​

Se trata de movimientos sencillos, pero encierran un antiguo y profundo simbolismo. Cada ejercicio está vinculado a una frase que debe pronunciarse en silencio mientras éste se realiza. En estos movimientos encontramos la acción no sólo del cuerpo físico, sino también en el plano mental y emocional, ya que deben realizarse con amor y comprensión del sentido. Uno de los efectos de estos ejercicios es activar el sistema nervioso, recargarlo y equilibrar los diferentes planos del ser humano.

​

He aquí algunos extractos del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov sobre la gimnasia. 

​

"Los ejercicios gimnásticos que hacemos por la mañana son movimientos sencillos y fáciles que cualquiera puede hacer. Qué contraste con esa gimnasia que requiere un gran esfuerzo físico, ya que la gente está convencida de que para ser fuerte, poderoso, resistente, basta con tener unos músculos bien formados. Como os he dicho muchas veces, podéis tener unos bíceps extraordinarios, como los de Hércules o Tarzán, pero si vuestro sistema nervioso no funciona bien, estaréis tan reblandecidos que con toda vuestra musculatura no podréis levantar ni un solo kilo, simplemente porque ciertas corrientes no han conseguido estimular los músculos. 

​

Se ha visto en algunos hospitales psiquiátricos que algunos enfermos mentales, durante una crisis, desarrollaban repentinamente tal fuerza que cuatro guardias no bastaban para contenerlos. Esto se explica por la circulación de una corriente que, viniendo del cerebro y pasando por los músculos, los contrae violentamente. Por lo tanto, el sistema nervioso es muy importante y los ejercicios que hacemos ciertamente no contribuyen al desarrollo muscular, pero fortalecen y armonizan el sistema nervioso."

​

"Resumiré rápidamente el efecto de cada movimiento de nuestra gimnasia. El primer movimiento nos enseña a recibir las fuerzas del Cielo, a dejarlas entrar en nosotros para que todas nuestras células estén limpias y purificadas. Con el segundo movimiento hacemos que la corriente magnética de la tierra y el encuentro de estas dos corrientes del Cielo y de la tierra, de estas dos fuerzas, creen una maravillosa armonía en el plexo solar. El tercer movimiento nos enseña a nadar con agilidad en el océano de la luz cósmica. El cuarto movimiento nos enseña a segar, es decir, a cortar los malos lazos que nos mantienen atados. Con el quinto movimiento aprendemos a mantener el equilibrio. Con el sexto nos purificamos atrapando y expulsando todos los residuos acumulados."